Todos los emprendedores que montan un negocio tienen el objetivo de crear riqueza y trabajo. Pero hay algunos que adquieren además un papel que va mucho más allá, el de producir un servicio que ofrezca una solución a ciertos problemas de la sociedad. Hablamos de los emprendedores sociales, cuya labor y tiempo deben estar enfocados a mejorar el entorno al mismo tiempo de ser rentables en el ámbito económico, algo que resulta realmente complicado. Es aquí donde entran en juego instituciones como Ashoka, una organización internacional que cuenta con más de 3.000 emprendedores sociales en un total de 72 países, entre ellos España, donde ha dado apoyo por el momento a 22 de ellos. Ashoka identifica al emprendedor y le da ayuda económica durante tres años para que cubra todos los gastos generados y pueda dedicarse a tiempo completo a desarrollar su idea. La organización hace también de consultoría estratégica, además de propiciar el contacto con otros emprendedores y con determinadas empresas. Estas últimas, conscientes del impacto que está teniendo este tipo de emprendimiento, han querido aportar su grano de arena a la causa con patrocinios. Entre ellas se cuentan BBVA, Fundación Once, Grupo Vips o Fundación Botín. Estos proyectos se atreven con todos los sectores económicos, desde el reciclaje hasta las tecnologías de la información. Y siempre persiguen beneficiar a algún colectivo excluido. Un ingeniero en telecomunicaciones, una licenciada en químicas, una mujer superviviente a la violencia machista y una química agrícola son algunos de los muchos emprendedores sociales españoles que han podido materializar sus innovadoras ideas.